miércoles, 6 de octubre de 2010

Dos miradas

Tan solo éramos dos miradas que se buscaban sin descanso. Tan solo eso, hasta que se encontraron de cerca y no pudieron evitarse. Aun con los ojos cerrados y la mente en reposo, aparecíamos el uno en el otro. Aun con los ojos vendados y la mente en blanco, sabíamos cuando estábamos el uno delante del otro. Pero aquel 6 de noviembre y que nuestro Padrino nos perdone, acabamos durmiendo abrazados como se merece. Ya sé, siempre escribo en primera persona como si lo viviera, como si lo sintiera, como si yo fuese parte de aquella olimpiada de besos improvisada, como si yo quisiera hacerme participe de que yo fui el que junto a ella llegamos al olimpo de los dioses entre sudor y lágrimas. Dos miradas que se aprendieron de memoria hace tiempo, pero nunca, jamás, se imaginaban con un final tan feliz y en teoría eterno. En tercera persona seria absurdo describir como cayeron los zapatos al suelo. Ese par de pares que precedían el fin de algo y el comienzo del milagro. En tercera persona, el problema es que esa tercera persona no estuvo allí. No podía haber visto nada y menos sentido nada. Tan solo lo que uno de los dos contase por la mañana y espero y deseo que no fuera asi. Llegó un momento en el que se hizo la oscuridad y en que aquellos cuerpos, todavía vestidos, se acariciaban con la atención y delicadeza del que pretende aprender a leer en braille. Supongo que pasarían horas asi. Llenas de palabras al oído y con respiraciones impropias del ser humano. Es curioso. Tan extraños y a la vez tan conocidos. Tan impacientes y a la vez tan efusivos que ninguno de los dos quería separarse para ir a buscar un preservativo. Esa tercera persona nos lo podía haber traído. Y nos podía haber tapado... cuando nos quedamos dormidos. Y nos podía haber servido el desayuno. Y nos podía haber limpiado la habitación. Y muchas mas cosas. Pero como ya digo, hay cositas en esta vida que cuando uno directamente las cuenta... ...Huelen mucho mejor
 
http://www.youtube.com/watch?v=lLTFFc1fd0Y